sábado, 5 de diciembre de 2009

Cuando Macri no se equivocó

Macri, no se equivocó, ni es un “boludo” como lo calificó Luis Juez.
“Nos equivocamos porque hacemos” dice Mauricio. Pero todos sabemos que no se equivocó.
Macri adopta la sentencia nunca dicha por Maquiavelo, pero que fuera la nefasta filosofía de los organizadores del golpe del ’76 de: “el fin justifica los medios”. Es decir al supuesto reclamo de la ciudadanía de Capital Federal de contar con una policía metropolitana le sumaría una serie de errores producto de alcanzar el objetivo socialmente demandado.
Pero sabemos que todo proyecto, no empieza por el final, sino que se configura y reconfigura cada vez en el tránsito de los instrumentos por el que alcanzar las metas. Al decir Aldus Huxley, “la naturaleza de los medios determina su fin”.
Por ello no hay error en la elección del Fino Palacios, Ciro James, Chamorro o Burzaco, todos acreditan un historial que los alejan de cualquier posibilidad de constituir una fuerza policial moderna y al servicio de la comunidad. Desde embarrar la investigación en el caso Amia del fino Palacios, hasta el asesoramiento que Burzaco brindaba al gobierno de Jorge Sobisch, al momento del fusilamiento del docente Carlos Fuentealba, hay un plan bien concebido y orquestado por la derecha. Es por ello que la corporación mediática ha bombardeado, luego del conflicto con el campo, con el tema de la seguridad. El apologismo esgrimido por algunos periodistas con él: “que esperamos, nos están matando de a uno”, deja en claro que a la hora de la disputa política en defensa de sus intereses monopólicos, han abandonado hasta el último atisbo de ética social y política.
El botón de muestra es el funcionamiento de la UCEP que, dependiendo del Ministerio de Desarrollo Social de la ciudad, está abocada al desalojo violento, robo y torturas de los indigentes y desamparados de la capital.
Jamás hubo error alguno en la concepción de la fuerza policial metropolitana. La naturaleza de su concepción está en los medios para instrumentarla. Side paralela y fuerza de choque para la represión de la protesta social son los ratios mínimos sobre una fuerza armada, cuyo destino estará ligado indisolublemente al devenir político de la derecha política.
Ya sin poder acudir a las tradicionales fuentes del poder armado y la obsolescencia del recurso de la “mano dura” a lo Rucauff, la derecha crea sus escuadrones de guardias blancas. Es conocido el rol que le cupo a la Policía Metropolitana de Caracas en el golpe de estado del 11 de Abril de 2001 en Venezuela que pretendía derrocar al presidente Hugo Chaves.
Coordinados desde vértices políticos, los mismos que amparan el golpe en Honduras, la derecha argentina prepara su movimiento de pinzas para derrotar el Proyecto Nacional y Popular.

Duhalde, detrás de su movimiento productivo concentra fuerza con el campo y la UIA, proponiendo el retorno al esquema neoliberal del bipartidismo llamando a expulsar a los infiltrados (Kirchner). Diatriba que no suena para nada ingenua de quien fuera el responsable político de los sucesos de Puente Pueyrredon que terminara con la muerte por fusilamiento de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Esto, y la conformación de un ejército que garantice poder de fuego, la derecha define su táctica política en detener la movilización, social, política y económica, tanto en sus aspectos materiales como simbólicos de los sectores populares.
Hoy la Nación atraviesa por un momento crucial. O se avanza en grados creciente de autonomía e integración regional y soberanía política o, retrocedemos a los esquemas conocidos del neoliberalismo y la subordinación a potencias declinantes. Solo el primero de los destinos puede garantizar la inclusión de millones de compatriotas a condiciones dignas de vida. Lo otro es conocido y lo padecimos durante los últimos 30 años. Estamos llamados a librar quizá la más dura de las batallas, la de la información, la cultura y las ideas, porque debemos ganar en conciencia histórica si queremos avanzar, pero sobre todo debemos ganar en los corazones del pueblo movilizado, si entonces queremos vencer.

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