domingo, 24 de enero de 2010

Proyecto Nacional y Popular vs proyecto neoconservador

2010/2011 - Los dos modelos en pugna.
La política es el imperio de la razón y como el ajedrez todo es cálculo del factor ofensivo. Es decir que en la política no hay casualidades.
Con la visita del Sr. Corregidor Arturo Valenzuela y su diatriba acerca de la falta de seguridad jurídica en Argentina para proteger las inversiones yanquis, Duhalde lanza su candidatura a presidente.
O sea, que quien llegara a la presidencia por vía de una oscura trama de la cual la historia aún tiene un intenso trabajo por delante para desentrañar la verdad, pero que sin ninguna duda no lo fue por la vía del voto popular, hoy se inscribe como mascarón de proa de grupos económicos e intereses que están muy lejos de la razón y el corazón del conjunto de los argentinos.
El autor de la pesificación asimétrica que significó transferir el peso de la deuda privada de los grupos concentrados al conjunto del pueblo (similar a la movida de Cavallo en 1982 que ponía en juego la retirada ordenada de la dictadura militar) hoy vuelve impulsado por los mismos grupos para la obtención de ganancias desmesuradas y sin esfuerzo.
El proyecto de la derecha toma carnadura humana y se visualizan ya claramente los marcos de alianzas y los sectores que lo integran y definen el futuro que nos tocaría padecer a los argentinos.
Una de las críticas más profusas de empresariado en su último coloquio de Idea muy cercano y casi mimetizado al MPA (Movimiento Productivo Argentino) que impulsa Duhalde, es la falta de competitividad que el factor “salario” impone a la economía. Es que para los sectores concentrados el salario es “puro costo” y no movilizador de la demanda, con lo cual definen su perfil de exportadores netos muy pocos interesados en el desarrollo del Mercado Interno.
Ahora bien, el despegue de la economía y el avance positivo de los factores sociales a partir del 2003 con el gobierno de Néstor Kirchner, se debió justamente al desarrollo del mercado interno, la redistribución del ingreso mediante la captura de la renta agrícola de la soja, y una renegociación exitosa de la deuda externa, que hacía que sumas millonarias en dólares, que antes fugaban al exterior, permanecieran en circuitos internos beneficiando al conjunto nacional.
Está claro cuáles son los proyectos en pugna en la Argentina del 2010 de cara al 2011. O un proyecto neoconservador o un Proyecto Nacional y Popular.
El de Duhalde, fue un proyecto encumbrado sobre oscuros laberintos políticos, que benefició a los sectores que habían contribuido al endeudamiento externo durante los noventa y la precipitada fuga de capitales en el 2001 y que como toda respuesta política a las demandas populares, establecía la represión a la protesta social, que terminaría con la vida de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Pero en todo esto el nombre de Duhalde puede ser reemplazado por cualquiera de la denominada oposición, sin que por ello, se puedan exhibir más que algunos matices de distancia. En todo caso la derecha tiene su propia pugna interna por esa representación.
Ahora bien porque podemos afirmar que hay un Proyecto Nacional y Popular capaz de enfrentar a la entente de derecha. Siguiendo al Ernesto Laclau*, podemos afirmar que a partir del 25 de mayo de 2003, se reconstituye “lo político” a partir de la generación de una frontera antagónica interna que reconoce al pueblo como diferente del poder real, que en aquel momento estaba muy lejos del poder político, aunque hoy se recuperó un buen trecho de ese terreno. Es esta frontera la que recupera la identidad colectiva del pueblo y que puede generar una articulación entre las diferentes demandas sociales heredadas del periodo neoliberal.
Muchas de estas demandas fueron satisfechas o encontraron causes que hicieron que con el tiempo estas alcanzaran situaciones superadoras que al inicio de la etapa. Podemos citar entre otras, renovación de la Corte Suprema de Justicia, política de DD.HH que llevó a juicio a los genocidas de la última dictadura, recuperación de la empresa privatizadas, correos, aguas, y aerolíneas, negociación exitosa de la deuda externa que entre otras cosas significó alivianar una pesada mochila para el colectivo social, elevación del presupuesto educativo, recuperación de los órganos de control del estado que implicaron poner un límite a las empresas privatizadas de servicios públicos, balanza comercial favorables, superávit fiscal que ampliaron los alcances de las políticas sociales específicas, entre otras la jubilación de ama de casa, recuperación de las cajas previsionales eliminando las AFJP, creación de millones de puestos de trabajo y trabajo registrado, negociaciones paritarias anuales estableciendo el mejor salario mínimo para Latinoamérica, aumento a razón de 2 por año a jubilados y pensionados elevando la jubilación mínima, ley de medios que desmonopoliza los medios de comunicación, Asignación Universal a la niñez, reconocimiento a los pueblos originarios, campesinos y minorías étnicas y sexuales. En el plano externo podemos mencionar la articulación con los países de la región a través del Mercosur y Unasur, la integración del Banco del Sur, presencia soberana en la OEA con una participación comprometida ante el golpe de Honduras, la ONU, integración del G20, relaciones bilaterales amplias y no condicionadas por terceros, etc.
Es decir que esa frontera política, constituida sobre una serie de demandas heterogéneas que se unifican bajo una demanda global con el Estado como articulador fundamental y que identifica al pueblo como sujeto político se radicaliza en cada ciclo dialéctico identificando clara y objetivamente la frontera entre los modelos en pugna, el neoliberal o neoconservador y el Proyecto Nacional y Popular.
De ninguna manera significa que el camino está allanado o resuelto. Tampoco que la etapa ha alcanzado sus límites y ya no podrá imponer mejoras, basta ver los sucesos del Banco Central para entender que el Estado empieza a tomar las riendas de la política monetaria, o el proceso iniciado por concentración monopólica contra Telecom, lo que evidencia una ampliación del Estado y la soberanía popular sobre su destino nacional.
El 2011 será un momento crucial, el enfrentamiento no será el de simple personalidades o partidos políticos, (de hecho estos ni siquiera pueden ser la expresión de un Movimiento Nacional), sino el de dos modelos políticos-programáticos diferentes. El neoconservador implicará el beneficio para unos pocos y el retroceso económico social para las mayorías populares , por el contrario el Proyecto Nacional y Popular, significa seguir avanzando en un camino colectivo con vocación de crecer con dignidad y soberanía, pero sobre todo con las esperanzas puestas en un futuro mucho mejor.

*La razón populista, Ernesto Laclau, Fondo de Cultura Económica.

1 comentario:

  1. HOLA JORGE RAÚL:

    ESTARÉ PUBLICANDO TU POST EN LA GRRA.

    UN CIBERABRAZO. JORGE OMAR QUIROGA

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