domingo, 14 de febrero de 2010

La Izquierda ante una encrucijada histórica: respuesta de Norberto Galasso a Proyecto Sur


NORBERTO GALASSO LE CONTESTA A PINO SOLANAS Y SU ADHERENTES


El 19 de enero último, desde INFOSUR, página web de Proyecto Sur, me han lanzado un agravio que me veo obligado a responder.

Desde INFOSUR me califican de “gran historiador”, autor de “un libro fabuloso”, “una obra clásica sobre la Deuda Externa”, al igual que la “maravillosa biografía San Martín” y me tratan reiteradamente de “querido compañero”, para, después, lanzarme esta baja puñalada: “¿Qué hacemos ahora con esas cuatrocientos páginas (del libro sobre la Deuda Externa)...?”, como diciendo: “nos las vamos a meter en cierta parte” pues el autor sería un traidor, se habría quebrado, estaría al servicio del gran capital financiero internacional. Todo esto con motivo de que he sostenido que “ahora es difícil desentrañar la ilicitud de parte de la deuda” y que varios gobiernos le han dado “una especie de legalización” al renegociar sobre ella aunque igualmente “hay que investigar los ilícitos”, pero que lo más importante “es unir a América Latina en el no pago y patear el tablero” porque la cuestión no es tanto tener razón “sino tener fuerza”.

Curiosamente, la nota de Infosur prueba mi coherencia. Se inicia con una frase de mi libro: “La deuda ha operado como un instrumento de saqueo y sumisión semicolonial” (2002).Y concluye con otra declaración mía, actual: “Ahora hay que favorecer la unidad latinoamericana y proponer que todos los países denuncien que fueron estafados y que no se paga”. Mayor coherencia, imposible. En “Cash”, del 24/1/2010, sostuve lo mismo: “Hay que investigar y reforzar nuestro poder para decidir en conjunto. A las finanzas internacionales no les importa cuándo (ni cómo) se contrajo la deuda. Hay que finalizar este proceso de otra manera, a partir de la unidad latinoamericana, donde todos los países puedan expresar una opinión común frente a los acreedores internacionales”.

Es decir, hay que investigar y hay que poseer suficiente fuerza para no pagar. Hoy no contamos ni con una cosa, ni con la otra, pero el objetivo final es el no pago. Disentimos, eso sí, en la táctica, como también disentimos en la táctica general que desarrolla Proyecto Sur en política.
¿En que disentimos? En primer término, en que no se trata de quien grita más fuerte ni quién se escandaliza moralmente contra los piratas internacionales, sino en tener la fuerza suficiente: un pueblo movilizado y consciente del problema, capaz -como lo han sido los cubanos- de aguantarse todas las represalias, inclusive un bloqueo. Por eso, es imprescindible una acción concertada de América Latina -que va camino a su unificación- para patear el tablero. En la discusión con los filibusteros, estábamos mucho mejor parados en 1983, como ha dicho la Presidenta, porque salíamos de una dictadura y habíamos allanado el estudio Klein Mairal y Olmos había presentado su acusación... pero también es cierto que no teníamos fuerza y Alfonsín tampoco tuvo audacia y concluyó claudicando en ésta, como en otras cuestiones. Después hubo canje de títulos que complican nuestra argumentación respecto al comprador de buena fe y sucesivos gobiernos pagaron y renegociaron y se negaron a analizar lo rescatado en el estudio Klein, así como la acusación de Olmos que el juez Ballesteros remitió al Congreso. En 1999, recuerdo que fuimos al Congreso con Olmos, Norberto Acerbi, Luis Donikian, Carlos Juliá y unos pocos más -no estaban muchos que ahora levantan su voz y celebro que ahora lo hagan-, pero, entre los diputados, solo Alfredo Bravo y Luis Zamora –más allá de mi disidencia política con ellos- se preocuparon por escuchar el alegato de Olmos. Y no pasó nada.

Después vinieron otras negociaciones, entre ellas, la quita de la época kirchnerista. Nos guste o no, implícitamente también la quita significó lo que llamé “una especie de legalización” y que tanto ha irritado a Infosur. Pero de ninguna manera digo que no hay que investigar. Tampoco propongo no pagar mientras no tengamos fuerza para desconocerla. En fin, insisto, se trata de diferentes tácticas, porque las tácticas cambian según el momento histórico y no hay por qué injuriar ni descalificar cuando coincidimos en lo central: que fue una estafa y que, cuando podamos, debemos declarar que la deuda es cero. Ahora bien, como el “querido compañero” se preocupa y no sabe en qué lugar colocarse mis 400 páginas del libro De la Banca Baring al FMI, voy a tranquilizarlo con respecto a mi supuesta traición.

Entonces, empiezo para disipar dudas: con 50 libros publicados (discúlpeme pero hay tanto soberbio suelto que por una vez puedo violar mi modestia) nunca he sido invitado al programa de Mariano Grondona, ni he almorzado con Mirtha Legrand, ni me he abrazado con gorilas como Carrió, ni he coincidido con Pinedo (ni el abuelo, ni el nieto), ni he sido cómplice de la Sociedad Rural en ninguna votación. Tampoco me reportean ni “La Nación” ni “Clarín”, así que puede estar tranquilo. Esa gente sí tiene conciencia de clase, no la que supone Pitrola que deberían tener los trabajadores. Son clasistas en serio y hay que tener cuidado porque a veces son muy amables y si pueden, lo usan a uno.

Le sigo contando para que vea que no estoy “quebrado”. Vivo en Parque Chacabuco, un barrio de clase media, en una casa con pileta... de lavar la ropa. Una sola casa (herencia familiar) no dos, porque se sabe que alguna gente tiene dos: una para vivir y otra para albergar el ego. Tampoco tengo auto. Viajo en subte (vocación de minero, como decía Unamuno). Futbolísticamente soy de San Lorenzo que ya es demasiada carga para andar por la vida. Cobro la jubilación mínima y subsistimos con mi familia con algunos derechos de autor y un modesto alquiler de un local de esa vieja casa paterna... Usted, “querido compañero”, dirá seguramente: -Aquí te pillé, ¡eres rentista! (Carlos Marx seguramente no me lo reprocharía y sabría comprenderme ya que, salvando las distancias, no tengo ningún Federico Engels a mano). No soy revisionista a secas, como usted dice, confundiéndome (por ignorancia o por picardía) con Ibarguren o Irazusta. No soy rosista, soy de la línea: Moreno, Artigas, Dorrego, los caudillos federales (en especial El Chacho y Felipe Varela), el PAN en su época antimitrista, Yrigoyen y Perón. Esta reivindicación, hecha desde una Izquierda Nacional, que apoya todo movimiento antiimperialista tratando siempre de mantener su independencia ideológica, política y organizativa, es decir, “Frente Obrero” en el 45, representada luego, por bastante tiempo por Abelardo Ramos, salvo sus últimos años.

Asimismo, me siento latinoamericano de Martí, Sandino, Fidel, El Che, Evo, Chávez, Correa y tantos otros. Me considero, sobre todo un militante y por ello he sacrificado mi interés por la literatura y la cinematografía. En música, cero. Salvando también la distancia, digo, como Jauretche, que no distingo la marcha peronista de la marcha de la libertad. Desde esa perspectiva de I. N., estoy más a gusto en la CGT de Moyano o en la CMP de D’Elía, que viajando por Europa o asistiendo a fiestas de embajada. No soy kirchnerista pero apoyo a este gobierno. Lo considero lo mejor que hubo desde que murió Perón, más allá de limitaciones y carencias, que son propias de una sociedad fuertemente golpeada por la dictadura genocida, la frustración de Alfonsín, la traición de Menem, la estupidez de De la Rúa, el derechismo de Duhalde, etc..

Me defino así porque creo conocer donde está el enemigo principal, la correlación de fuerzas y el nivel de conciencia política de los trabajadores y de los sectores medios (algunos de éstos, me aterran). Por eso, jamás se me ocurriría hacerle juicio penal a Cristina por mal desempeño, porque no corresponde y porque la pondría al borde del juicio político, para solaz de Cobos y la “nueva unidad democrática” y además porque entonces eso debiera habérselo hecho a todos los presidentes anteriores (incluso legisladores) y hacerlo ahora es demasiada complicidad con los destituyentes. Este gobierno avanza todo lo que puede y si llegase a caer, no deliremos que va a venir algo mejor, sino la derecha más reaccionaria.

Algo más: integro la corriente política Enrique Santos Discépolo, dirijo el mensuario “Señales Populares”, adscribo a Carta Abierta. En lo fundamental, tengo la certeza de que el futuro es nuestro, de los trabajadores, en el camino de la liberación nacional y la unidad latinoamericana, hacia el socialismo. Sólo ocurre que, “como lechuza largamente cascoteada”, sé distinguir los enemigos y los tiempos. Creo que Trotsky era el que decía que hay gente que confunde 1905 con 1917 ó, ahora en el bicentenario, 1810 con 1816. Y para terminar, me acuerdo de Cooke. El le decía a Hernández Arregui: el intelectual se define sobre el trazo largo de la historia, pero el político tiene que definirse hoy y aquí, todos los días, teniendo presente aquellos objetivos finales, pero sin perder conciencia de en qué momento y en qué lugar está actuando. Creo que algo de esto es lo que nos aleja. Disculpen la extensión pero, en verdad, preferiría que no se ocupasen de mí y profundizasen la discusión sobre la naturaleza histórica del kirchnerismo y cuál es la mejor forma de ayudar a Argentina y al resto de América Latina en estas luchas que van hacia el 2011.

Con un saludo,

Norberto Galasso.

jueves, 4 de febrero de 2010

“Respetar la institucionalidad”: zoncera para un desvarío histórico.

A partir de los que algunos predicaron como “la crisis del Banco Central”, se ha planteado una nueva zoncera, la de respetar la llamada: “institucionalidad”, con motivo de preservar la autonomía del mismo.
No es nuevo este planteo, sobre todo de ciertos sectores que pretenden construir su proyecto político sobre cierta y subjetiva ampulosidad de lo ético y lo moral.
Tampoco llama la atención en este caso que Pérez Redrado, se refugiara en la: “institucionalidad” como si de un bunker se tratara, puesto que en ello le iba la vida de funcionario o al menos los elevados emolumentos salariales.
En todo caso y lo llamativo en esta oportunidad, es que algunos dirigentes del progresismo y la izquierda nacional, en la constante búsqueda de posicionamientos políticos, recurrieran sin mucha imaginación al trillado apotema de: “respetar la institucionalidad”.
Lo institucional podemos entenderlo como el conjunto de normas, procedimientos y organismos que rigen el funcionamiento de una sociedad en el marco del derecho. Pero también no es menos cierto que ese conjunto de normas cristaliza en el tiempo la situación política y la correlación de fuerzas que le dio origen.
Así, nuestra institucionalidad se escribió en periodos muy particulares.
La constitución nacional de 1853, se plasmó sobre el degüello del Chacho y los pueblos del interior, y consolidó una institucionalidad que abría las puertas de Argentina a los pueblos del mundo, en tanto se la negaba a nuestros paisanos y pueblos originarios, y preservaba el manejo del país a una clase social, los terratenientes.
La “revolución fusiladora” en 1957 se ocupó de desnacionalizar nuestra economía y abrirla a la inversión extranjera, forjando las bases para la envestida económica de la última dictadura con la ley de entidades financieras promulgada por Martínez de Hoz y que sirvió para el saqueo del país a manos de unos pocos y en perjuicio del conjunto del pueblo.
La reforma constitucional de 1994, pacto de Olivos mediante, coronaría nuestra “institucionalidad” con los mandamientos del consenso de Washington y las políticas neoliberales de la Escuela Económica de Chicago, que entre otros independizaba al Banco Central del Estado Nacional y lo subordinaba a organismos internacionales tales como el FMI, aunque algunos hoy eufemísticamente llaman autonomía.
Muy por el contrario, la Institucionalidad que emanaba de la Constitución Nacional democrática de 1949, fue derogada a fuerza de bombardear al pueblo en la Plaza de Mayo y los fusilamientos de Juan José Valle y de los militantes populares en los basurales de José León Suarez. De aquella Constitución solo quedó en pie su artículo 14 bis como el último baluarte de resistencia popular, aunque en la década del ’90, su aura “institucional”, quedara mellado por la aplanadora neoliberal.
Que la derecha política, hoy se rasgue las vestiduras por la pretendida “institucionalidad”, entra en el campo de su lógica y supervivencia de su propio statu cuo, ya que han organizado al país a la medida de su bolsillo, arrasando cuando pudieron, simbólica y materialmente con las conquistas populares y, sin que les pesara, a costa de la vida de miles y miles de compatriotas.
Pero que cierto progresismo y alguna izquierda se apeguen a este “mito”, es cuanto menos de una pereza intelectual extrema, pero en todo caso y lo más lamentable, es que se constituye en un nuevo desvarío histórico.

domingo, 31 de enero de 2010

El nuevo Manual de Zonceras de la prensa monopólica

“El ejemplo de madura cordialidad en Chile entre la derecha del empresario Sebastian Piñera y la perdidosa Concertación de izquierda de Eduardo Frei provoca envidia en la Argentina. Aquí la rivalidades hacen aflorar los peores sentimientos, mientras se bifurcan peligrosamente los caminos para resolver los problemas de la pobreza, la desocupación y la inseguridad.”
Lo dijo Arnaldo Paganetti, editorialista del diario Rio Negro, pero es un mensaje que repica en toda la prensa y medios monopólicos en sus diferentes versiones regionales o nacionales, camino a construir una nueva zoncera para el manual del medio pelo nacional.
Seguramente, parte de la pretendida cordialidad entre la derecha y la izquierda chilena, estribe en que aún y luego de 20 años de gobierno, la izquierda gobernó con la agenda que la derecha dejó “institucionalizada” a la caída de Pinochet, y sin que se evidenciara en todo este tiempo una vocación política hacia algún grado de transformación. No la hubo en lo económico donde se ratificaron los TCL con EE.UU ignorando el proceso de integración que viene desarrollando el resto de Latinoamérica, pero tampoco en lo político con un sistema de participación restrictiva en lo electoral y el desconocimiento de minorías y pueblos originarios.
Muy por el contrario, en Argentina el proceso que se iniciara el 25 de mayo de 2003, surgido de las puebladas del 19 y 20 de diciembre de 2001, ha producido un vuelco dramático en la orientación de las políticas públicas. Desde una vocación latinoamericanista enfrentando en nuestro propio país la embestida imperial por el ALCA e hiriéndolo de muerte a transformaciones radicales tales como política de DD.HH, la recuperación de empresas privatizadas, la recuperación del sistema público previsional, la democratización de los medios de comunicación por la vía de una ley que desmonopoliza las usinas de opinión y formación cultural; que recupera la soberanía nacional al no permitir que organismos supranacionales y que responden a l interés de los países poderosos auditen nuestras cuentas preservando sus intereses a costa del hambre de nuestro pueblo.
Es obvio que cuando se enfrentan intereses poderosos y que durante décadas han manejado el interés particular como si fuera público involucrando a todos y cada uno de los argentinos, aunque las vaquitas fueran para ellos y las penas para el resto, no surgieran crispaciones, enfrentamientos y caminos que se bifurcan.
Lo que no pueden explicar estos nuevos profetas del odio, puesto que el mayor enfrentamiento ocurre en el campo de las ideas y con el sector de los formadores de opinión, que en ese enfrentamiento la Argentina modificó radicalmente sus índices sociales con generación de empleo a partir del desarrollo de nuestra industria nacional, disminución de la pobreza y sobre todo con inclusión ciudadana, algo que luego de 20 años de gobiernos de izquierda, aun no puede exhibir, y menos podrá con quien anticipa profundizar las privatizaciones y amnistiando a reconocidos pinochetistas, el armonioso sistema chileno.

domingo, 24 de enero de 2010

Proyecto Nacional y Popular vs proyecto neoconservador

2010/2011 - Los dos modelos en pugna.
La política es el imperio de la razón y como el ajedrez todo es cálculo del factor ofensivo. Es decir que en la política no hay casualidades.
Con la visita del Sr. Corregidor Arturo Valenzuela y su diatriba acerca de la falta de seguridad jurídica en Argentina para proteger las inversiones yanquis, Duhalde lanza su candidatura a presidente.
O sea, que quien llegara a la presidencia por vía de una oscura trama de la cual la historia aún tiene un intenso trabajo por delante para desentrañar la verdad, pero que sin ninguna duda no lo fue por la vía del voto popular, hoy se inscribe como mascarón de proa de grupos económicos e intereses que están muy lejos de la razón y el corazón del conjunto de los argentinos.
El autor de la pesificación asimétrica que significó transferir el peso de la deuda privada de los grupos concentrados al conjunto del pueblo (similar a la movida de Cavallo en 1982 que ponía en juego la retirada ordenada de la dictadura militar) hoy vuelve impulsado por los mismos grupos para la obtención de ganancias desmesuradas y sin esfuerzo.
El proyecto de la derecha toma carnadura humana y se visualizan ya claramente los marcos de alianzas y los sectores que lo integran y definen el futuro que nos tocaría padecer a los argentinos.
Una de las críticas más profusas de empresariado en su último coloquio de Idea muy cercano y casi mimetizado al MPA (Movimiento Productivo Argentino) que impulsa Duhalde, es la falta de competitividad que el factor “salario” impone a la economía. Es que para los sectores concentrados el salario es “puro costo” y no movilizador de la demanda, con lo cual definen su perfil de exportadores netos muy pocos interesados en el desarrollo del Mercado Interno.
Ahora bien, el despegue de la economía y el avance positivo de los factores sociales a partir del 2003 con el gobierno de Néstor Kirchner, se debió justamente al desarrollo del mercado interno, la redistribución del ingreso mediante la captura de la renta agrícola de la soja, y una renegociación exitosa de la deuda externa, que hacía que sumas millonarias en dólares, que antes fugaban al exterior, permanecieran en circuitos internos beneficiando al conjunto nacional.
Está claro cuáles son los proyectos en pugna en la Argentina del 2010 de cara al 2011. O un proyecto neoconservador o un Proyecto Nacional y Popular.
El de Duhalde, fue un proyecto encumbrado sobre oscuros laberintos políticos, que benefició a los sectores que habían contribuido al endeudamiento externo durante los noventa y la precipitada fuga de capitales en el 2001 y que como toda respuesta política a las demandas populares, establecía la represión a la protesta social, que terminaría con la vida de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Pero en todo esto el nombre de Duhalde puede ser reemplazado por cualquiera de la denominada oposición, sin que por ello, se puedan exhibir más que algunos matices de distancia. En todo caso la derecha tiene su propia pugna interna por esa representación.
Ahora bien porque podemos afirmar que hay un Proyecto Nacional y Popular capaz de enfrentar a la entente de derecha. Siguiendo al Ernesto Laclau*, podemos afirmar que a partir del 25 de mayo de 2003, se reconstituye “lo político” a partir de la generación de una frontera antagónica interna que reconoce al pueblo como diferente del poder real, que en aquel momento estaba muy lejos del poder político, aunque hoy se recuperó un buen trecho de ese terreno. Es esta frontera la que recupera la identidad colectiva del pueblo y que puede generar una articulación entre las diferentes demandas sociales heredadas del periodo neoliberal.
Muchas de estas demandas fueron satisfechas o encontraron causes que hicieron que con el tiempo estas alcanzaran situaciones superadoras que al inicio de la etapa. Podemos citar entre otras, renovación de la Corte Suprema de Justicia, política de DD.HH que llevó a juicio a los genocidas de la última dictadura, recuperación de la empresa privatizadas, correos, aguas, y aerolíneas, negociación exitosa de la deuda externa que entre otras cosas significó alivianar una pesada mochila para el colectivo social, elevación del presupuesto educativo, recuperación de los órganos de control del estado que implicaron poner un límite a las empresas privatizadas de servicios públicos, balanza comercial favorables, superávit fiscal que ampliaron los alcances de las políticas sociales específicas, entre otras la jubilación de ama de casa, recuperación de las cajas previsionales eliminando las AFJP, creación de millones de puestos de trabajo y trabajo registrado, negociaciones paritarias anuales estableciendo el mejor salario mínimo para Latinoamérica, aumento a razón de 2 por año a jubilados y pensionados elevando la jubilación mínima, ley de medios que desmonopoliza los medios de comunicación, Asignación Universal a la niñez, reconocimiento a los pueblos originarios, campesinos y minorías étnicas y sexuales. En el plano externo podemos mencionar la articulación con los países de la región a través del Mercosur y Unasur, la integración del Banco del Sur, presencia soberana en la OEA con una participación comprometida ante el golpe de Honduras, la ONU, integración del G20, relaciones bilaterales amplias y no condicionadas por terceros, etc.
Es decir que esa frontera política, constituida sobre una serie de demandas heterogéneas que se unifican bajo una demanda global con el Estado como articulador fundamental y que identifica al pueblo como sujeto político se radicaliza en cada ciclo dialéctico identificando clara y objetivamente la frontera entre los modelos en pugna, el neoliberal o neoconservador y el Proyecto Nacional y Popular.
De ninguna manera significa que el camino está allanado o resuelto. Tampoco que la etapa ha alcanzado sus límites y ya no podrá imponer mejoras, basta ver los sucesos del Banco Central para entender que el Estado empieza a tomar las riendas de la política monetaria, o el proceso iniciado por concentración monopólica contra Telecom, lo que evidencia una ampliación del Estado y la soberanía popular sobre su destino nacional.
El 2011 será un momento crucial, el enfrentamiento no será el de simple personalidades o partidos políticos, (de hecho estos ni siquiera pueden ser la expresión de un Movimiento Nacional), sino el de dos modelos políticos-programáticos diferentes. El neoconservador implicará el beneficio para unos pocos y el retroceso económico social para las mayorías populares , por el contrario el Proyecto Nacional y Popular, significa seguir avanzando en un camino colectivo con vocación de crecer con dignidad y soberanía, pero sobre todo con las esperanzas puestas en un futuro mucho mejor.

*La razón populista, Ernesto Laclau, Fondo de Cultura Económica.

miércoles, 6 de enero de 2010

Origen y Trayectoria del Banco Central. El Proyecto Nacional, pone orden y toma las riendas de la soberanía monetaria.

En 1936 Raúl Scalabrini Ortiz denunciaba: “La opinión pública argentina es la opinión de los ferrocarriles y del Banco Central. El verdadero pueblo argentino, pobre o rico, ha sido enmudecido”*
Ante la situación suscitada hoy ante la autoridad del Banco Central, vale pasar vista a algunas de las consideraciones que hacía de esta institución este hombre del pensamiento nacional.
A la salida de la crisis de 1929, Gran Bretaña descubre que: “el oro ya no es indispensable para el mantenimiento del equilibrio financiero, porque lo importante es prevenir el peligro de la excesiva e incontrolada emisión de papel moneda”. La institución especializada en el manejo de la nueva piedra filosofal será el Banco Central.”
El modelo de Banco Central se impone en toda el área de la Libra Esterlina, primero serán los países vencido en la guerra del 14 (plan Dawes), luego los países subordinados al imperio y por ultimo serán todos los países, con la excepción de los EE.UU con su Reserva Federal y la Rusia bolchevique.
En argentina, el Banco Central se creó el 6 de junio de 1935. Sir Otto Niemeyer llegó como delegado por el propio Banco Central de Inglaterra para organizarlo, cobrando por sus servicios al Estado Argentino. Junto a la creación del Banco Central se creó el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias, que distribuyó 700 millones de pesos entre los Bancos (de capital inglés) y la oligarquía, producto de la desvalorización de la moneda nacional.
La autonomía conferida al Banco Central lo transformaba en un Estado dentro del Estado. La concepción de su creación bajo la premisa de que los problemas económicos no se resuelven con votos, frase entonada por un tal William Beaulac, le hacen decir a Scalabrini, que el banco Central se coloca por encima de la política y mella su soberanía y la de la nación.
Sus primeros funcionarios fueron Contador, Carlos Beckmann, (dinamarqués); Jefe del Departamento del Tesoro Anibal Muschietti, (suizo); Jefe del Departamento de Créditos, Silva, (español); Departamento de Cambios, Grumbach, (belga); Departamento de Títulos, Koeler (cuñado de Grumbach) y Aris (español); y sigue, todos fueron designados por los delegados ingleses, solo dos de los funcionarios de primer orden serían argentinos.
En nombre de la autarquía del Banco Central no se tomó recaudo alguno a los efectos indagar sobre el compromiso de los funcionarios designados con la empresas de capital extranjero y se le otorgaron facultades que la Constitución de 1853 reservaba al Congreso Nacional.**
Hoy podemos decir que el Proyecto Nacional sigue en pié. La facultad de disponer de las reservas que no afecten el equilibrio monetario, no puede emanar de un funcionario de segundo orden, sino de quien tiene la suma de la soberanía por la vía del voto popular, esto es el gobierno nacional.
Pero por sobre todo no debemos dejarnos confundir por los intereses que medran en los grupos concentrados, los medios de comunicación monopólicos y en los sectores políticos de la llamada oposición, jamás debemos confundir la autonomía del Banco Central (la que de ningún modo ha sido afectada), con la pretendida independencia del mismo y de sus funcionarios, que deben estar al servicio del país y no de ciertos y particulares intereses.

*Cuatro Verdades sobre nuestra crisis. Raul Scalabrini Ortiz. Ed. Lancelot. 2009
**Bases para laReconstrucción Nacional. Raul Scalbrini Ortiz. Ed. Plus Ultra. 1985

domingo, 20 de diciembre de 2009

El señor "corregidor" Arturo Valenzuela y los tilingos

“El tilingo es al guarango lo que el polvo de la talla al diamante… Pero digamos que en el guarango está contenido el brillante, en el tilingo nada. El guarango es la cantidad sin la calidad. El tilingo es la calidad sin el ser. El guarango pisa fuerte, el tilingo se desliza. Por eso el tilingo es un producto típico colonial. Los imperios dan guarangos.”
Arturo Jauretche

Como en la América colonial de hace unos siglos, pasó por estas tierras el “Sr. corregidor” Arturo Valenzuela.
Sin ser invitado, y con la guaranguería que distingue a los imperios, se permitió reunirse con referentes de la oposición, empresas de capital yanqui y lobistas de toda laya. Repartió críticas al gobierno y su rumbo social y político y ponderó a la argentina del ’96 por su “seguridad jurídica”.
Seguridad jurídica, aquella del ’96, que en otras palabras significaba que la economía argentina drenaba miles de millones de dólares a los bancos extranjeros dejándonos aquí, hambre, desocupación, industrias destruidas, economías regionales arruinadas, etc. También fue por aquellos años fue que se desarrolló en nuestro país la experiencia de la soja transgénica de la firma Monsanto, atado a un paquete tecnológico del mismo grupo, que entre otras cosas incluía el potente herbicida glifosato o, conocido también como “agente naranja” en la guerra de Vietnam con el que los EE.UU deforestaron selvas enteras y envenenaron a millones de vietnamitas.
Fue en aquellos años de menemato, que Felipé Solá era el Secretario de Agricultura y autorizaba la introducción en nuestros sistemas agrícolas de una tecnología nociva sin los debidos estudios de impacto ambiental, y sin analizar las consecuencias que vendrían sobre el desplazamiento de cultivos tradicionales, tierras de pastoreo, concentración de la tierra, promoción de la política del desierto verde, etc., el que acarrea graves consecuencias a futuro y ya son palpable hoy.
Aquel Felipe Sola y el de ahora coincidieron en el Rosedal de Palermo junto a la mesa de enlace y el famoso “arco opositor” y si bien Valenzuela no estuvo por allí, nadie puede dudar que su presencia estuvo coordinada al reclamo rural, cuyo reclamo de la “seguridad jurídica” para que se elimine el régimen de retenciones, queda desteñido ante la embestida desestabilizadora y golpista de la Sociedad Rural.
Pero algo en medio falló y estas vez las masas le fueron esquivas al campo, tal vez porque este tiende a confundir rápidamente el olor a bosta con sentimiento de patria, y a nuestro medio pelo no le interesa la patria pero y si le molesta el olor. Como sea, perdieron el efecto político que seguramente buscaban, reencontrase en el siglo XXI bajo las experiencias del pasado, reeditarse como Unión Democrática los unos y como el nuevo Braden el otro.
Pero como bien decía Jauretche, el subdesarrollo empieza siempre por un problema de mentalidad, nuestra prensa monopólica y antinacional, cubrió el bache de las masas ausentes. Se asombró mas por la “descortesía” de una presidenta con autoridad, que la prepotencia de los dichos de Valenzuela, que remitían al pasado de las cavernas neoliberal, del que nadie puede desconocer los resultados nefastos de dicho programa en nuestro país.
Como podemos deducir, la maquinaria imperial sigue intacta, el moreno conductor de la locomotora, ha demostrado en muy poco tiempo, que siempre será más fácil transitar por los rieles que le dejaron en herencia, que intentar una nueva vía. Por aquí, a falta de un programa político propio, nuestra tilinguería, cumplirá con el lamentable papel de bufón del rey.